SANJUANERA
Advertencia…be careful what you wish for, porque el universo podría interceder y conspirar a tu favor. Debe haber sido lo que sucedió conmigo. No hay otra explicación.
Cuenta la leyenda que cuando era niña, anhelaba fervientemente vivir en San Juan, y de una forma, digamos que algo convulsa y turbulenta como el Caribe mismo, se me dio, sólo que tuvieron que pasar más de 30 años y ya ese sueño lo había olvidado, le llaman memoria selectiva.
Mi infancia transcurrió sin pena ni gloria en Manatí, denominada el Atenas de Puerto Rico, algo que todavía sigo sin entender porque allí pasaba muy poco. En Manatí había que esperar todo el año para 4 eventos: los torneos de voleibol del Colegio Marista, las fiestas patronales en honor a la Candelaria, el festival playero y el party de la clase senior de turno. Yo no sabía nadar, mucho menos surfear, ni hablar de voleibol y era menor de edad, así las cosas, el calendario estaba totalmente abierto. Nunca quería que llegara el verano, todos se iban de vacaciones. Yo no, yo me quedaba en casa modo pijamas, devorando vídeos de rock en MTV mientras mis papás trabajaban.
La simplicidad de Manatí era dura, muy dura, para una niña tan curiosa como yo. No había cines, ni boleras, ni museos, ni centros comerciales, ni restaurantes famosos de esos que salían en la televisión, esos que estaban únicamente en San Juan.
Eso lo sabía porque pocas cosas me gustaban más que visitar a mi abuela Isabel-- no en su casa, sino en el hotel donde trabajaba como recepcionista, en Condado. Siempre nos daba un pequeño ticket modo Willy Wonka para canjearlo por un helado de vainilla, era el Howard Johnson, IYKYK.


Ese era el highlight del mes, pero la joya de la corona era dar vueltas sin dirección por el vecindario con los cristales abajo respirando el salitre y mejor todavía si era navidad. Las vitrinas iluminadísimas, gente caminando - left and right,como si tuvieran mucho que hacer, edificios con apartamentos, la playa. Mi mamá solía decirme que, cuando era joven, llegó a recortarse con Junito Resto— según mis cálculos de todas las veces que me lo contó, todo apunta a que era un ícono. También hablaba de las discotecas con nostalgia, como quien habla del Copacabana en NY en los setenta y ochenta durante el furor de la Fania. San Juan era donde todo convergía, donde todo sucedía. No veía la hora de salir de Manatí. A la primera oportunidad, que en mi caso, se tradujo a la Universidad de Puerto Rico, recogí mis cosas, me corté el pelo y cual homenaje a Lloréns Torres y su Collores, le dije adiós a mis cuatro calles.
No era Condado, pero la Humacao en Río Piedras era divertida. Para empezar, desayunaba tostadas con mucha mantequilla y una taza de cereal Fruity Pebbles con leche entera antes de saber que era alérgica al gluten y a la lactosa. El paraíso.
Todas las noches había algo que hacer, aunque fuera escuchar las serenatas de los hospedajes vecinos. San Juan era para mi la IUPI y sus interminables tertulias, fue la época de descubrimiento, de la independencia, de mi primer empleo como estudiante en Plaza las Américas nada más y nada menos.
San Juan fue conocer la música de Sylvio, las Noches de Galería los martes, Café Violeta, Dragon Fly en días de cobro, picoteo con amigas en Cuatro Estaciones, fiestas de halloween de la facultad de arquitectura, jueves de Babylon, domingos playeros en Ocean Park —que terminaban en Playa Ibiza, películas independientes en Fine Arts, rock en español en el anfiteatro, soñar con OUI Boutique y tener bolsillo de Fashion Bazaar y celebrarlo todo comiendo pizza en Vía Appia.
El affair con San Juan fue fugaz. El constante ir y venir de vecinos me recordaba que mis días estaban contados. San Juan se me hizo pequeña porque yo no venía de María Reina, ni CPN ni la UHS como la gran mayoría, que ya se conocía por cierto. Pronto terminaría bachillerato y el futuro prometedor era sinónimo de comprarse un carro, empezar a trabajar 40 horas en una oficina, casarse, tener hijos, ser adulto. Nada más parecido a una verdadera película de terror a los 21. No había tiempo que perder, tenía que buscar mi tribu y mi tribu no estaba en en el 100 x 35. Yo sabía dónde estaba, y tú también, si leíste el primer RoLodex.
Con el tiempo me mudé a Manhattan, y encontré allí la tribu y mi norte, pero nunca me alejé por completo de esta otra isla. Pasaron casi 20 años y un intento fallido antes de anclar, pero heme aquí, como los árboles, de pie. Y aunque mi relación con mi ciudad es compleja, que no quepa duda que yo no sería quien soy sin ella y poco a poco nos vamos reconciliando. Ella me perdonó por abandonarla y yo la perdoné por ponérmelo tan fácil. Las razones no las discutiré aquí, pero para que me entiendan, regresar fue como irse de la fiesta justo cuando se empieza a poner buena. Yo no me quería ir de la fiesta, simplemente sabía que lo tenía que hacer, como lo sabía Cenicienta.
Esta es mi vida, sin filtros ni paños tibios, con Winston, Romel y casi 45 años, en San Juan, donde se vive esperando el bendito día feriado y el paquete de Amazon, donde hay más carros que libros, donde hay que esperar 6 meses por una cita médica pero las mujeres hacen cita en el salón de belleza para ir a un concierto de reggaetton. Ha sido toda una revelación fantástica, puro realismo mágico, material de estudio.
Esta es la parte de la película donde me acompañan en el recorrido. Encabullen, a lo don Cholito.
Como siempre, empecemos por el café. El mejor es sin duda, Café Regina. Kali, Mario, Luis y el team entero es de primera. La gente va por el avocado toast y por el jugo de pomarrosa, yo voy porque Kali me recuerda mucho a Nueva York, porque su leche de castaña es hecha en casa, por la tarta de pistacho y el jugo de melón, en ese orden. El nuevo local en la esquina de la Loíza promete.



A veces, llego al punto de pagar un uber para llegar a la Panoteca San Miguel en San Francisco, no, no California, ya quisiera yo. Si Kali me recuerda mis días en Nueva York, Diego me recuerda a París y México. Los rollos de canela son (por mi madre) los mejores del mundo, el de cardamomo y naranja recomendado por las baristas es otro ganador. Lo que más me gusta es la galette des rois que hace en enero para complacerme, el challah y las noches de Pizzoteca con invitados especiales— eso es crear comunidad.
Recién descubrí Caleta y para mala suerte de la dueña, Alejandra, una española maravillosa que hemos adoptado, tengo su número de celular. Alejandra viene de Panoteca, sabe lo que está haciendo, no vino a perder el tiempo. El espacio es sublime y las losas de café diseñadas por Materia Madura merecen una columna. No tiene acondicionador de aire por el momento, así que no es apto para mujeres con menopausia, pero fuera de eso, de día o de noche es una parada obligatoria y si el curry de pescado está en el menú hay que ordenarlo, porque no se da todos los días. La escena es una película: la ventanita, la tarde cayendo, una empanadilla en una mano y una copa en la otra, ni Almodóvar.
Por lo general, almuerzo en casa. Cuando trabajaba en LATAM, me llamaba mucho la atención esta costumbre de mis colegas en México, Brasil y Perú por ejemplo. Eso en Nueva York no se ve, es más, no era viable ni cuando vivía en LES a pasos de la oficina. Todo esto para decir que francamente, me cuesta salir de casa a mediodía, pero si me invitan a Pure en Miramar no lo pienso dos veces, todo el menú es exquisito y se inclina a lo fresco y saludable. Cuando voy, pido la ensalada de atún con los pecans caramelizados.
En esa línea también están Berlingeri y Rosa & Elena. A este último iría más, si no fuera porque siempre está lleno. Volviendo a las ensaladas, es de pleno conocimiento que Rosa, la dueña, se esmera en el tema del diseño y en otra vida fue decoradora de interiores, eso se aprecia en el restaurante, pero también se traduce al menú de brunch, una curaduría digna de post en Instagram.
Para celebrar con mis papás tempranito, José Enrique, porque es mi favorito, consistentemente, por los siglos de los siglos amén, y porque Jose Enrique trata a todos sus comensales por igual. Me llena de orgullo pensar que mi restaurante favorito en el mundo es boricua. Pero es que, siendo honesta, el pescado frito con majado de batata y mojo de papaya es prácticamente un patrimonio nacional. La carne guisada, el crudo de atún, todo, todo es un sueño de una noche de verano. Llevo años rogándole por el flan de china, ojalá un día escuche mis plegarias. Yo sé que mucha gente prefiere la formalidad y el show que son Santaella y Mario Pagán, y están muy bien, pero José Enrique es un usted y tenga que raya en meticulosa obsesión.
Siguiendo con clásicos, Vía Appia está en el top 5 porque la pizza es infalible y está a dos cuadras de casa, pero son sus empleados, que te tratan como familia, en el mejor de los sentidos, lo que más me gusta. Ya no está Manuel y todos lo extrañamos.
Cenar en San Juan está de moda, enhorabuena, y podría decirse que los últimos 3 años han sido unos de mucha creatividad y transformación gastronómica. Hay que ser valiente, lunático y terco para apostarle a la escena porque abrir un concepto en esta isla, no es cosa de niños. En mi circuito están: Celeste, Fidela, Yoko, Caleta, Pío Pío, Vino Crudo, Taberú, Alí Babá, El Pescador, Chotis y Cocina Al Fondo, todos dando cátedra de cómo se puede hacer patria...cocinando. Ellos no lo sospechan, pero me han salvado más de una vez, en especial cuando es sábado y extraño más que nunca mis usual suspects…
En Celeste pido la moqueca, pregúntenle a Sebastián lo que pienso de su versión…En Fidela ordeno la pizza margarita, en Yoko el Gobe sin mayonesa, en Caleta el pescado del día, en Pío Pío el crudo con tallarines y guardo espacio para el postre siempre, mientras saboreo las conversaciones gratas con Laura, otra New Yorker.
En Vino Crudo tienen la mejor selección de Gamay, Cocina al Fondo es saludar a Natalia, langosta, ñames de mina y el caldo de gallina de esos que saben a hogar…. El Pescador me mata lentamente con las gambas, las sardinas y el arroz negro. Chotis me sabe a garbanzos con bacalao, Ali Baba gana con el hummus y ese pan recién sacado del horno, Taberú triunfa por el atún y por César, que es un anfitrión de primera.
Sé que me van a preguntar por La Pícara, La Santurcina y también Vianda. No puedo negarlo, he pasado buenos ratos en las barritas, en especial en Vianda, por el pan de batata y la selección de vinos naturales… Pero, lo mío es la sencillez, como decía Charityn, la rubia de América. Para los gustos, ya saben.
No me pregunten por favor por after hours, porque yo a las diez estoy dormida. Pero hay para escoger— la Cerra, Hermanos Lucca, La Factoría en VSJ, La Penúltima en Santurce y La Parroquia, Puerta de Tierra.
En mi humilde opinión de Gen X, Hermanos Lucca y Penúltima ganan por los vinos naturales y porque Steven, Rolo y Willy son fajones y buenísima gente. Steven es una biblioteca de vinos italianos, el día que vi Cantina Giardino en San Juan lloré de felicidad y no olvidaré cuando me abrió la tienda en plena navidad, total doer. Los hermanos Lucca, socios de Jenny and Francois, me traen Glou Glou Las Jaras y Gut Oggau, a veces hasta me los despachan en casa y con regalitos inclusive…más no se puede pedir. Se tenía que decir y se dijo.
Continuando con el programa, hablemos de pan…y de mallorcas, el verdadero maná que cayó del cielo, tan sagrado que lo guardo para el final…Pues ahí les va, el mejor secreto guardado es la Panificadora Pepín en Río Piedras. La Jerezana es otra campeona. Y si de quesitos se trata nadie le gana a Kasalta. Los quesitos son mi perdición, junto al pan sobao, los sandwichitos de mezcla, los esquimalitos, las galletas de guayaba, el flan de queso y la malta India. Esa maltita fría difícil de traducirle al que no es de aquí, que baja suave en una marquesina o en la playa y hasta en el tapón con canciones a todo volumen de Yolandita, Ricky, Ednita, Gilbertito, Frankie, Héctor y Vico- todos los que no necesitan introducción ni apellidos.
Por eso es que vuelve una a San Juan, por todo lo que sabe a ella, por todo lo que te recuerda a ella, porque llevas escuchando décadas a Feliciano recitar la canción que todos conocemos, que es nuestro himno antes que La Borinqueña, la que sólo con mencionarla se te hace un nudo en la garganta y le saca lágrimas hasta al más estoico— porque claro, el estoico sabe bien que puede terminar como el protagonista.
Amar a San Juan, sus atardeceres, el verano perpetuo, sus navidades y los adoquines azules tiene un precio, y es alto, aquí todo cuesta— como las rosas con sus espinas, requiere a veces soportar también el voceteo, el hecho de que nada llegue por correo, las campañas políticas, los apagones sin aviso, el machismo, las bocinas, el polvo del Sahara, los huracanes, las vaguadas y todo lo que traen los vientos.
¿Vale la pena o no? Esta es la pregunta, y mientras tanto, aquí estamos, como el poeta, EN. LA. BRECHA.
En las postrimerías de mis cuarenta, y en la trinchera de mi quinto aniversario regresando a la cuna que me vio nacer y me arrulló, entiendo por fin muchas cosas, siendo las más importantes que primero no es cierto que vivimos donde otros vacacionan— sobrevivimos, que no es lo mismo ni se escribe igual. Así que paren ya con el temita please, aunque caí en esa redada, esto es una súplica.
Lo segundo es, que tampoco aplica aquí el que la grama es más verde en el otro lado de la cerca, porque aquí lo que hay es sol, arena, mar y asfalto. No es justo para la grama ni para la arena.
Mi San Juan es pirotecnia, Frankie Ruiz, salitre, chiringas en el morro los domingos y la imagen del hielo derritiéndose en el vaso plástico que hasta hace un minuto ocupó un whiskey con agua de coco. Sean bienvenidos (es,as) todos, todes y todas.
Este mi humilde manifiesto y el más fiel relato de mi vida, ahora como sanjuanera, quizás sin rumbo y enfrentando gigantes imaginarios como el Quijote, pero muy a lo Serrat--haciendo camino al andar.
Desmantelando a San Juan:
Mejores consejos: No te conviene pensar en lo que pudo ser, pero no fue ni será nunca en San Juan. Vive el presente. Y que no te de vergüenza, mejor dicho, piérdele el miedo a pedir favores, porque muy pocas cosas se encuentran a pedir de mano, vas a necesitar prácticamente un sistema para traer cosas a San Juan…
Shopping: LUCA, disclaimer, Laura es mi amiga pero también es la reina Midas del diseño en Puerto Rico, Luca es un pequeño santuario de buen gusto. Aparte, es muy especial porque allí nació RoLodex. Olivia, es donde convergen todas las marcas que encontrarías en NY, allí consigo también Dyptique. Macu y Melo no son ladies who lunch, they’re ladies who shop!
En La Tigre, Mario es the host with the most, entiende su consumidor, eleva su vocación, te ofrece espresso o negroni, no discrimina y su equipo capitaneado por Patricia y Christie, son clase y más- sin arrogancia. Shoppe AIM, es el secreto mejor guardado en materia de interiorismo y decoración. Quisiera vivir ahí si Michelle me lo permitiera.
Hair: OM Studio por Laura Om. Todo lo que dicen es cierto, es la capital del rizo.
Nails: Atelier Nails, ve por las uñas, quédate por Mía
Workout/Pilates: Pilateros- con Iván por favor
Dog/Vet: Ciudadela para todo, con Soleyl González y Blanco Veterinary por sus estupendas facilidades de boarding
Groceries: Mercado Orgánico en el Viejo San Juan los sábados para conseguir leche de coco Sisu, jugo de acerola natural, guineos manzanos y pan de Levain. La Hacienda y Fresh Mart, Allan’s Market para pescado, Massa para pastas y Cut Butchers para carnes
Cine: Fine Arts Miramar, mi oasis en la ciudad, mi Angelika en NY
To do: Teatro Breve demás está decir por qué, playa, Piñollywood para Aviones y alcapurrias.
Escape: Blanche en Caguas para soñar con le Chateaubriand, Rombo en Dorado, el mejor ceviche de Puerto Rico…así de simple.
Helados: Aulet Dairy – el de aceite de oliva… y Vía Láctea, por el de pistacho vegano y esos conos galáticos
Private dining: Clarissa Llenza, amarás sus aperi-cenas italianas, pero pídele un pastelón de amarillos y una tarta de limón. ¡Suerte!
Comeback más esperado: Verde Mesa, Levain en Santurce
Food Trucks: Taller de Tacos en San Patricio, casi casi San Juan…lo más cercano a México que he tenido, y trabajé muchos años en el DF.
Faciales: Hay que llegar a Garden Hills, pero Cathy Irvine es la madame de la piel.
Iglesia: Stella Maris, por padre Tito. Es más profesor que sacerdote. Ha casado a medio mundo.
Galerías: Pídele a Walter Otero que te lleve al sótano, ahí están las mejores obras.
Can’t wait for: el nuevo Café Regina en la Loíza y que abra Fidela por fin
Best Brunch: Rosa y Elena, lleguen temprano…no digan que no les dije.
Popping: Send Noods, best lasagna by María Grubb. Day into Night, con Ana you can have your cake and eat it too. Si probaste el famoso bizcocho de aceite de oliva en Rosa & Elena, sabes de lo que te hablo.
Vintage: Hola Aida, Maru es otra comeback kid y tiene las Gen Z al día.
Sastre: Isabel, en la Loíza
Causas relevantes: Save a Sato, Boys and Girls Club hay mil más, estas son las mías…
Souvenirs: Rogative y una botellita de Bravada Vodka o Ron El Barrilito
Para los chamacos: El Distrito
Moda: Yo soy muy particular, lo admito, pero me gusta lo que ha hecho Eclíptica Isla.


¡EL BONO!
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Stay tuned para las recos de las verdaderas sanjuaneras, las cangris, las que muchas veces veía caminando en la Ashford mientras yo iba de pasajera ardida en el Toyota corolla de regreso a Manatí: Rosa Torres (Rosa & Elena) Laura Madera (Pío Pío) María Grubb (Send Noods) Kali Solak (Café Regina) y Ana Ortiz (Day into Night).
¡Se formó!