Qué tiempos nos han tocado. Cuando no es Juan, es Pedro. Los ánimos están caldeados. La gente está rowdy. Me escucho todo el tiempo decir necesito un drink, y sé que no estoy sola. Que conste, que no soy alcohólica y cuento con un arsenal de herramientas de bienestar sólidas que no vienen al caso ahora. El otro día hasta se me ocurrió que era una buena idea ir al cine, tanda matiné y ver Civil War para darle un break a Hulu, a Netflix y a mis nervios. Válgame. Es que no sé por dónde empezar. Pero después del cine digamos que necesito terapia...y claro, adivinaste—un drink.
La verdad es que mientras el mundo está distraído, perdido, anestesiado y fascinado con el disco country de Beyoncé y la era no sé qué de Taylor Swift, yo me desvivo por la era de Capote- sus swans, y sus martinis. Qué manera de vivir señoras y señores. Qué estilo. Qué clase.
Francamente, casi no tomo porque uno, no me gusta, y dos, porque Nancy Reagan tuvo una gran influencia en mi generación. Ese just say no, todavía retumba en mis oídos décadas más tarde. Entre ella y mi mamá, lograron sembrar en mi pequeña cabeza un profundo terror, mejor dicho, pánico a las adicciones—y a los secuestros.
Ya en la universidad, solía pedir un amaretto sour en las discotecas, uno, literalmente. Tampoco podía pagar más. Nunca entendí las miradas hostiles de los bartenders, pero como canción de Juan Gabriel, así fue. Eventualmente me volví fanática del buen vino, cosas de la edad, y tomo lambrusco a cualquier hora, le pese a quien le pese.
Tampoco le digo que no a un buen negroni sbagliatto, menos si es en una terraza italiana.
Esas barritas inimitables que bien pudieran ser escena de una película de Almodóvar se van acumulando en mi Rolodex con el pasar de los años. Cada una evoca un momento, una historia, un personaje, una época. Si hablaran, sólo Dios sabe qué contarían… pero eso no va a pasar.
Vinos naturales, helados, a veces hip hop, a veces rock, después de todo-- es París. Folderol es imposiblemente cool. Por algo La Rosalía celebró su cumple allí
Definición de clásico, el bar perfecto--piano man tocando Moon River, meseros uniformados con sus chaquetas rojas, wallpaper con Madeleine, no puedo de amor. En cualquier momento sientes que entra Obama por la puerta, o Clooney, o ambos
Parada obligatoria en St Barths, impecable, mágico, carísimo pero recomendadísimo. Todos los ísimos…Sino te puedes quedar en el Eden Rock-- ¡tienes que ir al Remy!
Bohemio, desenfadado…El mejor lugar para degustar vinitos después de un paseíto en bote por las calas fantásticas de Menorca, antes de cenar arrocito negro en Café Balear
Crazy sexy. Fasano no tiene comparación cuando de sus bares se trata. ¿Bossa? ¿Jazz? Sign me in! Diría que Baretto es mi favorito sino fuera por lo mucho que amo la intimidad del próximo…
Esa puerta lo dice todo…Estoy obsesionada con el hotel Chateau Voltaire, si pudiera le pediría a sus arquitectos que rediseñaran mi apartamento—-eso es amor—-ahora su bar es usted y tenga. La cosa se pone mejor cuando se acaba la noche, pides room service y te guardas en tu habitación
Llega a las 5:45 en punto y entras. Imperdible también la rotación de chefs y de la gente cool que entra y sale del local
Muchos gravitan por los clubes de playa, se entiende. Pero yo me inclino por este diminuto bar dentro del hotel La Ponche, donde recién JCrew realizó una de sus campañas como se pudo constatar en IG. Es uno de esos lugares donde quisieras vivir. ¡Brigitte espérame!
Estar en la Vitrola, en el bar, y escuchar la orquesta de salsa en vivo, sentirse en el lugar correcto, no tiene precio. Es LATAM en su máxima expresión, una fiesta.
Sí, es una floristería y también un bar. Originalidad pura. Qué nostalgia y qué ganas de volver a mi Buenos Aires querido
México nunca decepciona. Este rincón hipster, sí, hipster —al que me llevaron mis amigos David, Héctor y Paulina se convirtió en un favorito instantáneo. Epítome de perfección effortless
Estar en esa barra es sentirse en una película de Fellini. Ese se lo debo a Yolanda Edwards
Razón suficiente para regresar al Pellicano. No hay nada que se le parezca. Ahí, precisamente aprendí a tomar el negroni sbagliato junto a mi nueva amiga Sofía Coppola sentadita al lado mío. Dan hasta ganas de fumar como en los viejos tiempos, pero no…
Solía llevar a mi equipo durante la semana de la moda de Paris. ICONICO. Insuperable. No se puede esperar menos de Le Meurice. Con tan sólo imaginarme a Dalí ordenando un drink me emociono…Debes ir, aunque sea una vez en la vida
If you know you know…el que empezó todo. Me gusta más que Septime La Cave, siempre hay una mujer detrás del bar y sus aperitivos son excepcionales
Razón suficiente para ir a Barcelona
Ubicación incomparable frente al Convento y la Catedral. Buenísimos vinos, y ganas de volver a ser joven…Me gusta más las noches de gnocchis. Aleja es la hostess with the mostess
Voy por el vino y me quedo por Laura, genia— (y por los sándwiches de helado de chocolate)
Aquí también voy por el vino y me quedo por la cocina de Blanche
El restaurante es un sueño, pero el bar, el bar es un tesorito nacional
Uno de los restaurantes más hermosos de Puerto Rico. Su arma secreta es ese bar, más concurrido que las mesas mismas. Han podido mantenerse tan vigentes como el primer día, eso es devoción
Llega a las 6 en punto- te aseguro que tendrás el bar para ti-- ¡y te abren la botella que pidas! Además Willy y Rolo son más buenos que el pan
Felíz con mi Sancerre en el Bemelmans. Ps. Si bebes, pasa la llave.